Qué aporta el jamón ibérico

Seguro que disfrutas más que nadie con una buena tapa de jamón ibérico como los que proceden de los cerdos que crían enMingo Blascopero, ¿conoces sus propiedades nutricionales? Las repasamos a continuación.


A lo largo de los años han circulado falsos mitos entorno a los efectos del jamón ibérico sobre nuestra salud. Falsas creencias que hay que desterrar como por ejemplo que no es un alimento recomendable en dietas hipocalóricas o que no es cardiosaludable. Por el contrario, estamos hablando de un alimento muy rico en ácidos grasos monoinsaturados y que contiene muy pocas grasas saturadas.


Lo cierto es que el jamón ibérico es una gran fuente de proteínas. De hecho, cada 100 gramos aportan 43 de proteínas, algo que ayuda en el desarrollo de la masa muscular.


El jamón ibérico también es rico en minerales como calcio, hierro y zinc y en vitaminas del grupo B. De la misma forma, contiene ácido fólico, beneficioso para prevenir enfermedades cardiacas. También aporta importantes cantidades de hierro que ayuda a combatir las anemias y a prevenir la osteoporosis.



En explotaciones como las de Mingo Blasco los animales se crían de tal forma que el sabor de la carne es inconfundible. Estamos ante un alimento ideal para completar la dieta mediterránea. Por ejemplo, para tomar en el desayuno con aceite de oliva y tomate o para consumir como aperitivo.


El jamón ibérico es rico en grasas insaturadas, como el ácido oleico, e incrementa la tasa de colesterol bueno (HDL). Su alto contenido en vitamina E lo convierte en un antioxidante natural. En otras palabras, según muchos expertos, el jamón ibérico reduce el colesterol, disminuye la tensión arterial, minimiza el riesgo de trombos y aporta vitamina E a nuestro organismo. Es por lo tanto un alimento cardiosaludable.


Los cerdos ibéricos son alimentados, desde el destete hasta el comienzo de la ceba, con piensos compuestos. El consumo de bellota les aporta el engorde final y la grasa suficiente para alcanzar el nivel de infiltración intramuscular necesario. Es lo que dota al jamón ibérico de ese aroma y sabor tan característicos.



Además del tema de la alimentación, el hecho de que los cerdos ibéricos se críen al aire libre en las dehesas hace que sus músculos se fortalezcan y que la grasa se infiltre más. Antes de ser sacrificados, los cerdos ibéricos pueden llegar a alcanzar un peso de 200 kilos. La bellota les aporta hidratos de carbono, almidón y azúcares.


Esto favorece su engorde y da al jamón ese veteado inconfundible. Antes de comérselas, los cerdos las pelan llegándose a comer hasta siete kilos al día. La alimentación que reciben en explotaciones como las Mingo Blasco les permite ganar entre 80 y 100 kilos de peso en sólo unos meses. Por último, recuerda que el jamón puede ser de cebo, de recebo o de bellota.


Las diferencias entre los tres son notorias en cuanto al sabor. Si en la etiqueta leemos “jamón de cebo” quiere decir que el cerdo ibérico ha sido alimentado principalmente con cereales y pienso. En jamón de recebo es el procedente de cerdos que han recibido una alimentación mixta, es decir, primero comen sólo bellotas y después piensos especiales. Por último, las bellotas se les administran durante el periodo de la montanera y el pienso después, hasta el momento de sacrificarlos.