¿Cómo afecta el azúcar a nuestro organismo?

En dueto cocina urbana llevamos una buena temporada tratando de hablaros sobre ciertas sustancias que son perjudiciales para la salud y que deberíamos reducir o evitar en nuestra dieta.


Así, hemos tratado el tema de la sal o de las grasas insaturadas. Sin embargo, todavía no nos hemos centrado en el azúcar, elemento que puede llegar a causar serios problemas de salud y, aunque nos cueste creerlo, adicción.


Cuando nos referimos a esta sustancia, lo hacemos centrándonos en la sacarosa, más conocida como azúcar de mesa o blanco. El que habitualmente echamos al café, a los yogures o a muchos postres.


Es importante diferenciarlo claramente del azúcar moreno, de otros endulzantes como pueden ser la miel o del azúcar que algunos alimentos, como la fruta, pueden contener.


Estamos ante un producto refinado y manufacturado que está compuesto por hidratos de carbono simples que reciben el nombre de monosacáridos o disacáridos y que no aportan absolutamente ningún nutriente esencial a nuestro organismo. Se trata de calorías vacías, es decir, sin ningún tipo de mineral, de fibra o de vitamina de la que beneficiarnos.


Hay que señalar también que el azúcar blanco y refinado, es decir la sacarosa, cuenta con un índice glucémico muy alto, transformándose rápidamente en glucosa en nuestro torrente sanguíneo. Por lo tanto, desde el punto de vista nutricional, no nos aportará absolutamente nada.


Pero, ¿qué puede ocurrirnos por un consumo excesivo? Lo primero que hay que tener en cuenta es que lo más aconsejable en una dieta equilibrada es que los hidratos de carbono provenientes del azúcar no superen el 10%, y que sean simples y de fácil asimilación.


¿Qué supone esto? Principalmente que en una dieta de 2.000 calorías diarias, solamente debamos consumir 30 gramos, la equivalencia a 6 cucharaditas.


El consumo elevado de sacarosa puede ser uno de los factores más determinantes en el desarrollo de todo tipo de enfermedades, junto con el sedentarismo, el consumo de sal y grasas, el estrés o la nicotina.


Entre las principales consecuencias de la ingesta excesiva de azúcar, nos encontramos con la aparición de caries dentales, cuyas bacterias se suelen alimentar de los azúcares simples. Pero también podemos sufrir problemas de obesidad, ya que la sacarosa interviene en conseguir un balance calórico positivo, aumentando también el exceso de grasa en el organismo.


Además, al ingerir demasiada azúcar, se eleva notablemente la demanda de las vitaminas B1, B2 y B5, encargadas de metabolizar los hidratos en el organismo, por lo que es muy normal que pudiéramos sufrir deficiencia de esta sustancia.


En último lugar, es bastante habitual que el consumo abusivo de azúcar pueda generar problemas tan graves como la hipertensión arterial y la hipertrigliceridemia, junto con otros menos peligrosos como el acné.


Eso sí, hay que tener muy claro que la sacarosa, el azúcar de mesa, es adictiva. Un consumo elevado nos incitará a tomar más, sobre todo si va mezclado con grasas en los alimentos. De ahí el éxito que tienen los pasteles, los bollos, los bizcochos o las galletas.