Cuántas veces nos habremos preguntado qué se debe cenar para irnos a la cama sin esta sensación de pesadez que a veces nos invade. Y, sobre todo, para cuidar nuestra alimentación y nuestro peso.
Según diversos estudios, las personas tendemos a elegir los elementos más calóricos cuando estamos cansadas. Mientras que el estrés puede generar una falta de apetito, la inactividad nos puede dar no hambre, sino ganas de llevarnos algo a la boca.
Estamos hablando de gula principalmente. Y claro, no vamos a elegir una ramita de apio si podemos echarle el guante a unas galletas. Por eso, como sabemos que muchas veces somos débiles, en dueto cocina urbana queremos darte algunas ideas para que sepas qué alimentos para cenarelegir.
Los expertos en nutrición nos recuerdan que tenemos que cerrar el pico al menos tres horas antes de irnos a la cama. Es la forma de evitar las digestiones pesadas y las alteraciones en el sueño. Lo que ocurre es que, por tema de horarios y demás, a veces es complicado cenar con tanta antelación. Si nos entra el hambre una vez metidos en la cama tenemos que ser capaces de elegir el alimento adecuado.
De todas formas, si cumplimos con las cinco comidas diarias que nos recomiendan es posible que logremos esquivar esos ataques de hambre repentinos. Según un estudio de la Universidad Estatal de Florida, consumir 150 calorías de proteína media hora antes de acostarse ayuda, no solo al desarrollo muscular, sino también a controlar el apetito por la mañana, a estimular el metabolismo y, si se ha hecho deporte, a recuperarse.
Ya sabes que las proteínas tienen una función estructural para el organismo. Pero solo las de alto valor biológico (carne, pescado, huevos y lácteos). El resto se acumula como excedente. Ten en cuenta que durmiendo no gastamos energía.
Durante la noche el cuerpo trabaja en su recuperación, en la renovación celular y en reparar el tejido muscular dañado. Por eso hay que controlar muy bien la cantidad de calorías que ingerimos antes de acostarnos cuando nos podemos a darle vueltas a qué se debe cenar.
Vamos ahora con algunas ideas para los ataques de hambre que a veces nos sorprenden. Por ejemplo, dos yogures desnatados nos aportan más de 10 gramos de proteína. Un vaso de leche desnatada o una ración de queso bajo en grasa también pueden servir para saciarnos. Si queremos algo salado podemos optar por tres o cuatro lonchas de jamón o pavo cocido.
Todo esto en lo relativo a los ataques de hambre nocturnos. Pero, ¿y la cena? ¿Cómo hacerla ligera? La primera sugerencia no deja de ser un clásico: la tortilla francesa con un poco de jamón york, queso o atún. Podemos acompañarla de unas rodajas de tomate o un poco de queso fresco. Otra alternativa es la ensalada de pasta, un plato ligero y fácil de preparar.
Le podemos añadir tomates cherry, maíz, atún, aceitunas, etc. ¿Y las tostadas integrales? ¿Te gusta la idea? Un par de rebanadas de pan rústico con un poco de jamón serrano, aceite de oliva y un huevo cocido componen una cena ligera y saludable con la que nos iremos a la cama satisfechos.
Por supuesto, también puedes optar por una crema de verduras (calabacín, zanahoria, puerro…) o por un filete de pollo a la plancha con unos espárragos trigueros.